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Convertiré tus ciudades en ruinas,
te reduciré a desolación.
Tendrás que reconocer así
que yo soy el Señor.

Por haber nutrido en tu interior un odio eterno y haber entregado a la espada a los israelitas cuando el día final fueron víctimas de la desgracia y pagaron por su pecado, juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que te reduciré a sangre y que la sangre te perseguirá; eres rea de sangre y la sangre te perseguirá.

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